AMO
La cálida sensación de mi cuerpo latiendo al sostener mi esencia.
Las corazonadas que irrumpen en el entrecejo sin darme lugar a razonar.
La fluidez de mi espíritu cuando danza al ritmo de la música y corre como aguas sin escollos.
Mi templo físico donde se alojan las ideas y habitan los presagios, donde muero cada día para abrirme al misterio del presente.
La ausencia de futuro, aceptando el ayer que dejó su rastro y aprendizajes.
La vida natural y la naturaleza en la vida.
La sinceridad y el coraje de no usar máscaras. Saber que nada podrá herir lo que yace vivo por dentro y me hace SER.
El paisaje urbano que contiene el clamor de tantas almas que ganaron veredas con el afán de sus decisiones.
La línea del no tiempo y el tiempo en círculos, equivalente a vivir mil vidas en una y siglos atrás.
La ausencia de fronteras entre mi cuerpo y sus manos.
La frescura de la noche lloviendo en mis pupilas.
Mi cintura estremecida cuando repercute el deseo sucumbiendo luego a la pasión.
Sus dedos acariciando el espacio hundido entre la espalda y mi sexo.
La voz de la Luna cuando me susurra la sabiduría persistente entre los ancestros y mi estado primitivo.
La danza que amo desde mi llegada, ardiendo en toda mi anatomía al entrar en conjunción perfecta con las cuadraturas de oriente y occidente, matemática del corazón.
Las fantasías crepitando alrededor de la mente cuando todo es posible en el desierto de la sinrazón.
El aroma de los jazmines que colocaba mi abuela sobre la mesita de luz. La siesta del que trabaja a deshora. Mi padre, mi madre y tantos…
Los buenos y malos recuerdos que forjaron el temple de una guerrera salvaje.
El nacimiento y la muerte porque el ciclo seguirá intacto más allá de nuestra presencia y además no cuenta con el designio humano.
El arte de no hacer nada contemplando el horizonte como postal fotográfica sellada en el oscuro de mis ojos.
La poesía y los poetas, hermosos locos que me impulsan a escribir fuera de cualquier argumento.
Las ausencias de aquellos seres que me precedieron, pues me traen la melancolía necesaria para elaborar la alquimia creativa.
La soledad entre muchas almas que se distinguen en la noche como estrellas compañeras de un camino perdido tiempo atrás.
Aquella niña que aún soy, acunada entre la madurez y las centurias. Los sonidos deliciosos que elevan el pulso y me invitan a sumergirme en improvisaciones de movimientos hasta la grandeza de la invención artística.
Los secretos contados al oído por un árbol añejo, cuando me abrazo a su cuerpo para fusionarme en savia y raíces. El Sol en mi torso, tallado por las manos maestras de un viejo artesano.
La complicidad de la Luna llena, las veces que recibe los gajos de mi alma para enseñarme a crecer.
Amo la vida, amo la danza, amo la humanidad, amo el Amor y la esencia de no ser nada y ser todo ante tanta vastedad del Universo que me abriga en su gigante útero para guiar mis pasos hasta finalizar ésta misión de vida.©Karina Isabel Roldán